Aseguramiento en Salud
El riesgo y sus distintas concepciones, ha estado presente a lo largo de la historia, haciendo que el ser humano se sienta, en palabras de San Agustín, como un animal insecurum; así plantean algunos autores las raíces de la búsqueda, construcción y evolución de la Seguridad Social, contextualizada por supuesto en los diversos regímenes económicos de las distintas civilizaciones y sus grupos de interés. Si bien como concepto moderno nace en el Siglo XIX, cuando Otto von Bismarck propone un sistema de obligaciones mutuas entre el Estado y los ciudadanos, basado en las distinciones de clase, es en el Siglo XX cuando se implementan sistemas de seguridad social a escala mundial, afianzados por la propuesta de William Beveridge de “abolir el estado de necesidad, asegurando a cada ciudadano en todo tiempo, una entrada suficiente para hacer frente a sus necesidades”. Las guerras mundiales, las crisis económicas y epidemias, propiciaban el ambiente adecuado para que los Estados implementen sus políticas sociales con sus respectivas especificidades. En el Ecuador, el aspecto sanitario fue repensado en la segunda y tercera década del siglo pasado, en donde epistemológicamente se creó un ambiente que posiblemente dio origen a la Seguridad Social con la creación de la Caja de Pensiones en 1928, creada para proteger a los empleados públicos y bancarios del país y posteriormente por la creación del Ministerio de Salud Pública en 1967 para garantizar este derecho a la población y el acceso universal a una red de servicios. Todo este andamiaje en torno a la salud y la seguridad social de los habitantes se encuentra actualmente segmentado, sin que se palpe una verdadera concretización de la función para la que fue creado, propiciando un espacio para la participación de un actor, con y sin fines de lucro, que suple las necesidades insatisfechas del sector público, cuyo costo recae únicamente en el individuo.
Un análisis más profundo al respecto reportó que las características socio-demográficas más importantes de las 275 154 personas mayores de 20 años, quienes teóricamente podrían obtener un seguro social por sí mismas, son: mujeres (56,4%), mestizas (72,5%), casadas (45,9%), provenientes de zonas urbanas (77,6%), con educación superior (35,9) cuya actividad principal es el comercio al por mayor y menor (11,4%). Sin duda este perfil muestra, aunque en forma no exhaustiva, el lugar de participación de las prestaciones otorgadas por los seguros privados, tanto en las personas que adquieren el seguro, como aquellos beneficiados por ser hijos, nietos, abuelos, etc., de los afiliados.
NOTA: Este documento es un aporte de la VIGILANCIA EPIDEMIOLÓGICA-UTE, NÚMERO 10, marzo de 2012.